El ámbar de la República Dominicana es generalmente de color amarillo-miel pero a veces es rojo, verde y muy raramente de un color extremadamente buscado: el azul.
Estos especímenes muy raros no son azules en su masa, y sí lo son cuando se los observa sobre un fondo negro u oscuro, y entonces aparece un mágico reflejo azul muy marcado en la superficie.
Durante mi muy reciente viaje a fines del 2012, tuve la oportunidad de examinar por vez primera, especímenes de una calidad extraordinaria que permiten tallar bolitas muy puras, sin inclusiones, de calidad gema y constatar que el comercio del ámbar azul se ha desarrollado de una manera fulgurante para este tipo de calidad única en el mundo.
Son muchas las hipótesis que se han dado para explicar la presencia de este color azul y de una importante fluorescencia a la exposición a los ultravioletas.
Algunos científicos piensan que una prolongada exposición de la resina aún fresca a temperaturas elevadas debidas a erupciones volcánicas o por la proximidad a intensos fuegos forestales hallan engendrado este fenómeno coloreado. Investigaciones recientes tienden a mostrar que este azul provendría de la presencia de un hidrocarburo aromático policíclico llamado perilene.
Este compuesto emite un fluorescencia azul muy específica.
La mayoría del ámbar azul proviene de las
minas de Los Cacaos, pero los de Santiago, en el centro de la isla, son también bellos especímenes.
Los propietarios terrieros que habían rentabilizado sus dominios con diversas plantaciones, como por ejemplo el café, el cacao, han visto multiplicarse explosivamente sus ingresos si, por casualidad, encontraban el ámbar azul en sus tierras.
Pozos de varias decenas de metros de profundidad son excavados perpendicularmente al suelo para poder llegar a las capas subterráneas ricas en ámbar.
En el pueblo cercano a las minas, pude asistir al desempaque de la cosecha.
En un patio, detrás de una casa, cuatro sillas entronizadas, algunas bolsas de plástico negro llenas de bloques de ámbar están apoyadas en el suelo.
Los mineros del ámbar, pistola a la cintura, vacían su botín en piletas de agua, a fin de distinguir mejor el color que puede variar, en esta región, de verde a azul, una simple diferencia de tonalidad divide o multiplica el precio, a veces, por 10.
Este precio no ha cesado de aumentar durante los últimos cinco años y llegó a niveles extraordinariamente elevados para la calidad gema bien azul.
La negociación con los compradores puede finalmente comenzar, se pesa, se limplia, se regatea y finalmente el acuerdo se concluye y el comprador parte con su mercadería por la cual pagó al contado a razón de varios miles de dólares la onza.
Desde hace algunos años no es raro cruzarse con chinos en Santo Domingo, y hasta a veces cerca de las minas.
Efectivamente ellos tienen un verdadera manía por este ámbar azul, algunos dicen que está en tren de destronar al jade, lo que si es cierto es que su precio rivaliza ahora con el de un bello jade
Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay
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