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sábado, 4 de agosto de 2012

HISTORIAS DE JOYAS -- JOYAS MALDITAS PARTE 2






Segunda parte de una serie de tres que nos cuenta historias y supersticiones sobre algunas joyas.


La Tabla Esmeralda.


 




Se dice que el poder de la piedra como de sus inscripciones es tremenamente poderoso y puede llevar a una persona, depende como la utilice, a lo mejor y a lo peor, a los polos energéticos del bien y del mal.

Esto fue encontrado grabado en una esmeralda encontrada en la tumba de Hermes Trimegisto que vivio en el antiguo Egipto.


 




He aquí la inscripción.


Verdadero, sin falsedad, cierto y muy verdadero:
lo que está de abajo es como lo que está arriba,
y lo que está arriba es como lo que está abajo,
para realizar el milagro de la Cosa Unica.

Y así como todas las cosas provinieron del Uno, por mediación del Uno,
así todas las cosas nacieron de esta Unica Cosa, por adaptación.

Su padre es el Sol, su madre la Luna,
el Viento lo llevó en su vientre,
la Tierra fue su nodriza.

El Padre de toda la Perfección de todo el Mundo está aquí.
Su fuerza permanecerá íntegra aunque fuera vertida en la tierra.

Separarás la Tierra del Fuego,
lo sutil de lo grosero,
suavemente,
con mucho ingenio.

Asciende de la Tierra al Cielo,
y de nuevo desciende a la Tierra,
y recibe la fuerza de las cosas superiores y de las inferiores.

Así lograrás la gloria del Mundo entero.
Entonces toda oscuridad huirá de ti.
Aquí está la fuerza fuerte de toda fortaleza,
porque vencerá a todo lo sutil
y en todo lo sólido penetrará. 

Así fue creado el Mundo.
Habrán aquí admirables adaptaciones,
cuyo modo es el que se ha dicho.

Por ésto fui llamado Hermes Tres veces Grandísimo,
poseedor de las tres partes de la filosofía de todo el Mundo.


 



Se completa así lo que tenía que decir de la obra del Sol.






El collar de Maria Antonieta


 




La reina francesa se ganó una merecida fama de frí­vola entre la corte de su paí­s, pero en el episodio del collar, usado en su contra para precipitar su caí­da, fue una víctima inocente, que nada tuvo que ver con el asunto.

El joyero de la corte creó un fabuloso collar de 648 diamantes, que Luis XV habí­a encargado para su favorita. Pero éste murió antes de que la joya estuviera acabada por lo que su amante nunca lo recibió. 
El obispo de Rohan lo adquiere, pero no lo paga, indicando al joyero (el famoso Boehmer), que se lo cobre a Marí­a Antonieta. 






El obispo se lo entrega a la falsa condesa de Valois, amante del obispo, que lo traslada a Londres, donde es desarmado y vendido por piezas. Cuando el joyero se lo va a cobrar a la Reina, ésta no sabe de qué le habla. 




Cuando se descubre el engaño la falsa condesa es enviada a la hoguera, sin embargo el pueblo se solidariza con ella y el asunto del collar queda como un ejemplo más de la frivolidad de la reina, capaz de dilapidar una fortuna en algo tan superficial como un collar, en tiempos de crisis.





Los anillos en el Antiguo Egipto








En las tumbas del Antiguo Egipto se han encontrado numerosas joyas, entre ellas, especialmente anillos. Algunos de los más hermosos ejemplares datan del periodo comprendido entre las dinastías XVIII y XX (mas de 12 siglos antes del inicio de la era cristiana).


 




Eran anillos de oro puro, de formas simples, pero macizas. Considerados por este pueblo como signo de dominio, o como amuletos a talismanes, se destinaban a proteger a quien los llevara contra fuerzas hostiles y misteriosas. Esto explica los símbolos recurrentes: víboras, escorpiones y otros animales detestables que alejan a los malos espíritus. 





Escarabajos, conchillas de moluscos y halcones se usaban como protección contra diversos males y adversarios. Otro tema lo representan los símbolos geométricos que tienen cada uno su función como talismán: el ojo de Wedjet (contra el mal de ojo), los símbolos de Djed, Sa Ankl y Tyer (salud, prosperidad, larga vida y otros beneficios personales).

   




Los anillo talismánicos se fabricaban también para los muertos; según sus tradiciones, ofreciéndoles protección para la “vida” después de la muerte. 
En los tiempos prehistóricos es posible que tuviesen además, un significado sentimental. 
Los motivos utilizados se encontraban en estrecha relación con las creencias religiosas de aquella época. Incluso sus colores y materiales tenían significados religiosos. 

Por ejemplo, el verde, el color de la vegetación o el negro, del suelo fértil; frente al rojo del desierto (ambos símbolos de regeneración). Según los antiguos textos religiosos y literarios, los dioses, que podían tener aspecto humano estaban encarnados entres sustancias: sus huesos en plata (metal más raro y valioso que el oro, para ellos), su carne en oro y sus cabellos y barbas en lapislázuli.

 



Las tumbas suministraban sortijas de plata, bronce, hierro, arcilla esmaltada o cuarzo. Habían sido llevadas igualmente por hombres como mujeres, ya sea en forma de adorno, como signo de autoridad o como sello.

Las que pertenecían a los pobres eran simples anillos de cobre, bronce, cristal o alfarería, mientras que las de los ricos eran verdaderas joyas en oro y plata, cinceladas, con adornos en relieve.

Llevaban a menudo grabado en jeroglíficos el nombre y los títulos de sus propietarios. Se han encontrado hechos en otros materiales como marfil, ámbar y piedras duras, tales como cornalina.


 



Era común en la antigüedad que los anillos sirvieran como sellos. Sabemos que los egipcios (tal vez precursores) adoptaron los cilindros empleados en estas tareas por los mesopotámicos y poco después le dieron formato de anillos: Firmaban sus documentos oprimiendo levemente el sello de arcilla, yeso o tierra sigilar para que su impronta hiciera fé en los casos judiciales. 





El chatón más frecuente en estos casos, es la imagen del escarabajo (símbolo de la deidad solar) esculpida en piedra (cornalina, diorita u otras), arcilla o esmalte, en cuya base se lee una inscripción y jeroglífico grabado en hueco. Otras veces consisten en una placa de oro, piedra o arcilla, e igual que las anteriores, están montadas en pivotes que le permiten girar.

 




Las leyendas que estos anillos, denominados “signatarios” portaban en sus sellos eran de carácter religioso, o en cambio, se trataba de una salutación, lema o nombre propio.

Los anillos se usaban además como emblema: el esposo egipcio lo colocaba en el dedo de su mujer en señal de que le confiaba la custodia del hogar y de sus posesiones. De allí nació la costumbre de las “sortijas matrimoniales”.
Los primeros anillos con piedras engarzadas, se estima que aparecieron en Babilonia, y de allí pasaron a Egipto.


 



En cuanto a su confección, la lista de materiales resulta lar-ga y variada. Nubia aportaba la riqueza de sus yacimientos auríferos; las sierras del desierto proporcionaban minerales como pizarras, obsidiana y una serpentina de maravilloso color verde. 
El lapislázuli, en su tono cálido azul turquesa, era típico de las joyas más modestas.

Los joyeros egipcios disponían además de distintas especies de piedras preciosas y semipreciosas, como diamantes, amatistas, turquesas, rubíes, jaspes, cornalinas, etc.


 



Se mostraban muy hábiles en el arte del lapidador, o sea, en la talla de estas piedras finas, empleando el esmeril para atacar las más duras.



Diamante Kohinoor






Diamante Kohinoor: pesa 108,93 quilates y es un diamante de talla oval. 
Anteriormente pertenecía a príncipes indios, poseía forma redondeada y pesaba en bruto 186 quilates. 





Fue adquirido en 1739 por el Sha de Persia, que lo llamó “Montaña de la Luz” (Koh-i-noor). 
Tras su adquisición por la East Indian Company, fue regalado a la Reina Victoria en 1850. 



Tras su tallado, pasa a formar parte de la corona de la Reina Maria (esposa de Jorge IV), para terminar en la corona de la Reina Isabel.


 




Una curiosa leyenda acerca del Kohinoor afirma que pertenecía al dios del sol, que a su vez lo cedió a su discípulo Satrajit; fue robado más tarde por un pariente de Satrajit, y después un león mató al ladrón y entregó la piedra al dios Krishna, que devolvió a Satrajit, solo para que este se la devolviera a su vez a Krishna cuando este se casó con su hija como parte de su dote. 
Krishna, finalmente, la entregó de nuevo al dios del sol.


Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay

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