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domingo, 5 de agosto de 2012

HISTORIAS DE JOYAS -- LAS JOYAS MALDITAS ÚLTIMA PARTE


 




Piedras con "memoria" (Dethi Purple Sapphire)


Los radiestesistas y astrólogos hablan de piedras "cargadas" capaces de irradiar malas vibraciones en consonancia con algunas circunstancias que afectan a quien las posee. 
Así, determinadas gemas con una textura molecular especial conservarían una verdadera "memoria" de las situaciones violentas captadas al azar durante su larga existencia y serían capaces de reproducirlas de acuerdo con un proceso que no dependería de quien las poseyera, sino de una especie de ciclo de perturbaciones moleculares de características y causas desconocidas. 






De esta forma, la "maldición" sería una onda que recrearía de manera precisa las circunstancias psicológicas de una situación desdichada y que se apoderaría de quien se encontrara en estrecho contacto con la piedra.

Una de las piedras con peor fama es el Dethi Purple Sapphire, que en realidad no es un zafiro, sino una amatista. 

Fue encontrada por Peter Tandy, conservador del Museo de Historia Natural de Londres, mientras realizaba en 1970 un inventario de la enorme cantidad de minerales del museo, entre los cuales había pasado desapercibida durante años. La piedra estaba rodeada por un anillo de plata grabado con símbolos astrológicos y palabras mágicas al que se habían unido otras dos gemas talladas en forma de escarabajo egipcio. Lo más curioso era la nota que la acompañaba. 

Había sido redactada por Edward Heron-Allen, un conocido escritor y afamado científico que había sido su último propietario, y en ella afirmaba que la gema estaba "triplemente maldita y teñida con la sangre y el deshonor de todos los que la han poseído". Había sido llevada a Gran Bretaña por el coronel de caballería W. Ferris después de que hubiera sido robada del templo de Indra en Cawnpore (India) durante la revuelta hindú de 1857 y "desde el día que fue suya, se convirtió en un desgraciado v perdió salud y dinero", y lo mismo le ocurrió a su hijo cuando la heredó.

 




Un amigo de la familia que la tuvo en su poder durante algún tiempo acabó suicidándose. La piedra llegó a Edward Heron-Allen en 1890 e inmediatamente comenzó a sufrir toda clase de desdichas, hasta el punto de que se la regaló a un amigo que se había interesado por ella y que no creía en la maldición, aunque no tardó mucho en devolvérsela después de "ser abrumado por todo desastre imaginable".
Después se la entregó a una amiga cantante. "que perdió la voz y nunca más volvió a recuperarla". Desesperado, Heron-Allen la arrojó al Regent 's Canal, creyendo que de este modo se desharía de ella para siempre. 

Para su sorpresa, tres meses después se presentó en su domicilio un tratante para devolverle la gema de la que sabía que era propietario, después de comprársela a un dragador que la había recuperado del fondo del canal. 
En 1904 Edward no pudo aguantar más. Al creer que la gema estaba afectando a su hija recién nacida, la protegió mágicamente, la depositó dentro de siete cajas y dio instrucciones a sus banqueros para que la guardaran hasta el día de su muerte. 
La carta de Heron-Allen concluía diciendo: "Cualquiera que abra las cajas leerá esta advertencia, y después hará con la gema lo que considere oportuno. 
Mi consejo es que la arroje al mar". Su propia experiencia le sirvió para escribir The Purple Sapphire, recogido en su colección de relatos sobrenaturales The Purple Sapphire and Other Posthumous Papers Selected from the Unofficial Records ofthe University of Cosmopoli by Chrístopher Blayre (Sometime Registrar ofthe University), publicado en 1921. Heron-Allen murió en 1943 y su hija, Mair Jones, siendo el último de sus deseos hacerse cargo de tan infausto objeto, lo donó al museo. El nieto de Heron-Allen, Ivor Jones. siempre se negó a tocar la piedra: "Mi madre nunca lo hizo y nos recomendó que tampoco lo hiciéramos a causa de la maldición", reveló a propósito de ello.





En el año 2000, John Whitakker, responsable del departamento de Micropaleontología del museo, llevó la joya a la primera reunión anual de la Heron-Allen Societv. Mientras volvía a casa acompañado de su esposa, sucedió lo siguiente, según su propio relato. 
"El cielo se puso de repente completamente negro y nos vimos atrapados en medio de la más espantosa de las tormentas. 
Pensamos abandonar el coche y salir corriendo mientras mi mujer gritaba: '¿Por qué tuviste que traer esa maldita cosa?'". 
La noche previa a la segunda reunión, Whitakker fue afectado por una grave infección intestinal y no pudo ir a la tercera debido a un cólico renal. Por si acaso, el cuarto encuentro fue celebrado en el museo.





La leyenda de las joyas de la corona Checa








La capilla de S. Venceslao, en la catedral de San Vito, en Praga, es la antesala de la cámara en la que se conservan las joyas de la corona checa. 

En el rincón derecho de la capilla está situada una puerta con siete cerraduras que da acceso a una escalera en caracol que conduce en el primer piso directamente al altar que encierra un tesoro de inestimable valor: las joyas de la corona checa. 






Para que la cámara de las joyas de la corona pueda abrirse deben comparecer ante la puerta con las siete cerraduras siete personalidades con sus respectivas llaves:El presidente de la República, el primer ministro, el arzobispo de Praga, los presidentes de la Cámara Baja y del Senado, el preposte del capítulo metropolitano y el alcalde de Praga.






La corona de San VenceslaoLa corona de San Venceslao es la pieza más valiosa y más antigua de las joyas de la corona checa. Por primera vez la ciñó el domingo 2 de septiembre de 1347 Carlos IV al ser coronado como rey checo.






La corona de S. Venceslao mide 19 centímetros de alto y pesa 2358 gramos. 
Fue confeccionada de oro de 21 y 22 quilates. La corona se compone de un aro alto del que salen cuatro grandes trifolios en forma de lis. 
La joya está rematada por un pequeño crucifijo con la inscripción “Hic est spina de corona domini”- “Aquí se conserva un espino de la corona de Cristo”.
En la corona de S. Venceslao están engastadas 96 piedras preciosas y veinte perlas que la convierten en una singular muestra de la joyería medieval. 
Tan sólo en 1999 se descubrió que la piedra preciosa de color rojo de la que se suponía fuese uno de los mayores rubíes del mundo jamás utilizados en una joya, no es en realidad un rubí sino una turmalina. 






En contrapartida, los seis grandes zafiros, procedentes de Ceilán y de Tailandia, figuran entre los diez mayores del mundo.
Una bula papal, emitida por Clemente VI en mayo de 1346 en Aviñón, prohibía so pena de excomulgación sustraer o empeñar la corona checa. 
Estipulaba también la forma de usarla y colocaba la corona real checa bajo una especial protección. 

Ello dio origen a la leyenda de que quien se la colocara sobre al cabeza sin ser rey, moriría de manera violenta.
Reinhard HeydrichUn suceso ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial como si confirmara la veracidad de la leyenda: 
Existen fotos documentando cómo Reinhard Heydrich, el máximo representante del Tercer Reich en Bohemia y Moravia ocupadas por Hitler, contempla las joyas de la corona checa. 
Se cuenta que en un acceso de soberbia, Heydrich se colocó sobre la cabeza la corona de S. Venceslao. 
En 1942 fallecía en un atentado perpetrado por antifascistas checos.
Los privilegios que la corona real checa obtuvo del Papa Clemente VI en 1346 no pudieron ser otorgados a distancia sino que directamente en la sede del Sumo Pontífice en Aviñón y en simultáneo con la consagración y bendición de la joya. Por eso el rey Carlos IV mandó confeccionar un estuche de cuero para que la corona pudiera viajar a Francia.






La capilla de S. Venceslao, en la catedral de San Vito, en PragaUn viaje así era algo excepcional ya que la corona real debía permanecer a perpetuidad sobre el cráneo de S.Venceslao, en la sacristía de la capilla consagrada a ese santo en la catedral de S.Vito, en el Castillo de Praga.
Es interesante que la corona real checa no era el patrimonio del monarca sino que formaba parte del tesoro de la catedral de S. Vito. 
El rey podía ceñirla sólo con motivo de su coronación y en ocasiones especialmente solemnes. 
El mismo día que se la colocara sobre la cabeza debía devolverla al tesoro de la catedral y pagar al capítulo de San Vito una especie de alquiler. 
Era una suma muy elevada: 200 hrivnas de plata, y una hrivna pesaba unos 250 gramos. 
La coronación les costaba muy caro a los reyes checos.
Además de la corona real, las joyas de la corona checa comprenden la esfera y el cetro que son menos antiguos. 

Se estima que ambas insignias fueron confeccionadas en el mismo taller antes de mediados del siglo 16.
La esfera mide 22 centímetros de alto y está confeccionada de oro de 18 quilates. Tiene la forma de dos hemisferios unidos por un aro decorado con piedras preciosas y perlas. 
En los hemisferios están representadas escenas de la Génesis y episodios protagonizados por el David bíblico. La esfera está rematada por un crucifijo primorosamente adornado.

También el cetro está confeccionado, al igual que la esfera, de oro de 18 quilates. Mide 67 centímetros de largo y pesa 1013 gramos. Lo adornan 4 zafiros, 5 espinelas, 61 perlas y ornamentos cincelados y esmaltados.

En la cámara de las joyas de la corona checa se conservan también la almohada para la corona real, el manto de coronación y el estuche para las joyas.

El rey Carlos IVAl surgir en 1918 la República Checoslovaca, ya no había monarcas que ciñesen la corona real y las joyas de la corona checa se convirtieron en patrimonio cultural e histórico y símbolo de la independencia nacional.







Durante la Segunda Guerra Mundial las tierras checas estaban ocupadas por Hitler. Cuando se acercaba el fin de la contienda y la derrota de los nazis, el representante del Tercer Reich, Karl Hermann Frank, mandó esconder las joyas de la corona checa en el subterráneo románico del Castillo de Praga. Después ordenó ejecutar a los presos que lo habían hecho de modo que Frank era la única persona que sabía dónde se hallaban las joyas.
S. VenceslaoCuando en 1945 fue derrotada la Alemania hitleriana, el personero nazi especulaba que pudiera ser indultado al revelar el escondrijo de las joyas. Su especulación no resultó. Las autoridades checoslovacas encontraron las joyas en el lugar indicado por Frank, pero el criminal nazi acabó por ser ajusticiado. Las joyas de la corona checa fueron exhibidas en la Checoslovaquia liberada en octubre de 1945.

Las joyas de la corona checa salen muy poco de la cámara en la catedral de S.Vito y se exhiben en público sólo en ocasiones excepcionales. A lo largo de todo el siglo 20 se exhibieron nueve veces.
Si el Papa o algún destacado jefe de Estado quisieran ver durante su estancia en Praga las joyas de la corona checa, su petición no sería atendida. 
A los visitantes extranjeros, por más ilustres que sean, sólo se les muestran las réplicas de las joyas de la corona.

Las joyas de coronación comprenden la corona de San Venceslao, un cetro y una esfera, foto: CTKEliska Fucíková, de la Oficina presidencial de la República Checa, foto: CTK


La cautela tiene un motivo práctico: para que las joyas de la corona checa conserven su belleza es necesario guardarlas permanentemente en la austera cámara gótica de la catedral de S.Vito cuyo ambiente se mantiene estable





Ópalo funesto







Una piedra considerada particularmente funesta es el ópalo, a pesar de que durante muchos siglos se creyó que era uno de los más poderosos talismanes. 
Los antiguos griegos creían que concedía a su portador el don de la premonición y para los romanos solo estaba por debajo de las esmeraldas en cuanto a la capacidad de atraer fortuna. 
Los cesares se los regalaban a sus esposas y Plinio cuenta que un senador romano llamado Nonius optó por el exilio para evitar venderle un hermoso ópalo de su propiedad a Marco Antonio, que quería regalárselo a su adorada Cleopatra.

Los árabes creían que el ópalo llegaba a la Tierra transportado por el rayo y muchas tradiciones orientales se refieren a él como "el ancla de la esperanza". 
También se pensaba que era capaz de curar las enfermedades de los ojos (de ahí su nombre, derivado de Oplitalnnis lapis, piedra de los ojos) y de volver a su portador invisible ante sus enemigos. 






Sin embargo, el ópalo cayó en desgracia cuando se comenzó a relacionar con la supuesta capacidad de las brujas para producir la muerte de quien desearan con tan solo mirarlo -lo que popularmente fue conocido como "mal de ojo" o "aojamiento", pues sus características físicas recordaban a los ojos de los animales clásicamente asociados con las hechiceras, como los gatos, los sapos y las serpientes. 
Según otras versiones, su pésima reputación tiene su origen en una epidemia de peste acontecida en Venecia en 1348 que en pocos meses acabó con dos terceras partes de sus habitantes. 

En este tiempo el ópalo era una gema muy apreciada, pero comen/ó a correr entre el pueblo una curiosa historia. 
Se decía que al ponerlo en contacto con el enfermo resplandecía con una extraordinaria intensidad, como un siniestro presagio para los desventurados afectados por la "muerte negra" y que su resplandor se apagaba hasta llegar a parecer completamente opaco en el momento de la muerte del enfermo. 


 





Este hecho ha intentado abordarse desde el punto de vista racional y se ha alegado que, probablemente, con la fiebre y el sudor del enfermo el brillo de la piedra parecía mucho más vivo, al contrario de lo que ocurría en el momento de la muerte del mismo.

En 1829 el popular novelista sir Walter Scott contribuyó a certificar su mala fama de forma decisiva cuando en su novela Anne de Geierstein relacionó irrevocablemente el ópalo con la desdicha. 





En ella, lady Hermione es una suerte de princesa encantada cuya vida está íntimamente ligada al ópalo que siempre lleva engarzado a su pelo. 
Brilla cuando está contenta y lanza destellos rojos cuando se enfada. Y cuando un día caen sobre él unas gotas de agua bendita se vuelve completamente opaco. 

Su propietaria se desmaya y es llevaba a su alcoba a reposar. 
A la mañana siguiente se descubre con horror que de la desdichada joven tan solo queda un montón de cenizas. Fue tal la popularidad de esta obra que hizo caer el precio de los ópalos a la mitad en tan solo un año y prácticamente paralizó el mercado europeo de estas joyas durante décadas. 








Otra explicación mucho más prosaica es la que atribuye la mala fama del ópalo a su fragilidad, que hacía que en muchas ocasiones los joyeros los rompieran en el momento de tallarlos. 
Al tener que hacerse responsables del daño, no resulta extraño que se negaran a trabajarlos alegando que eran "joyas malditas". 







Algunos sostienen que los tratantes de diamantes de mediados del siglo XIX y principios del XX temieron que su negocio se viera amenazado por los hermosos ópalos australianos de gran calidad que comenzaron a llegar a los mercados en esa época y que fueron ellos quienes hicieron correr los rumores acerca de que eran joyas malditas para impedir su creciente popularidad.





El sarcófago de Diorita





Escrito en la tapa estaba la siguiente inscripción:


“Yo, Tabnit, sacerdote de Asarté, rey de los sidonios, hijo de Esmunazar, sacerdote de Astarté, rey de los sidonios, yazgo en este sarcófago .

Quienquiera que seas tú, hombre que encuentras este sarcófago, ¡no abras su tapa! ¡y no me molestes! pues ni tesoros de plata ni tesoros de oro ni nada valioso, sino sólo yo, yazgo en este sarcófago. 

¡No abras su tapa! ¡y no me molestes! pues abominación de Astarté sería tal cosa y si abrir, su tapa abrieras, y molestar, a mí me molestas, no habrá para ti ni descendencia entre los vivos bajo el sol ni descanso junto a los antepasados.” 


El astrónomo escocés Duncan Lunan comenta en su libro Interstellar Contact (Bantam,1974), que cuando los obreros del califa egipcio Al-Mamún consiguieron irrumpir en la Gran Pirámide de Keops en el año 800 de nuestra era, se sorprendieron al descubrir que el gran sarcófago en la Cámara del Rey no tenía tapa, aunque había sido diseñada para portar una. 
Los profanadores de tumbas se quedaron atónitos al descubrir “un pozo” no muy lejos del punto en que lograron forzar la entrada al pasadizo ascendente que conduce a la Cámara del Rey.

“La parte superior del pozo“, escribe Lunan, “había sido sellada originalmente, pero en algún momento, se le abrió desde abajo con suficiente fuerza como para dañar el muro adyacente, como si se hubiera hecho uso de explosivos“. 
El autor sugiere la posibilidad de que si la pirámide de Keops efectivamente fue profanada por desconocidos que hicieron uso de dicha ruta, resulta factible que se hayan llevado la tapa del sarcófago de diorita, que portaba “un archivo computarizado que conservaba la pirámide“. Lunan agrega que estos desconocidos sabían exactamente a dónde dirigirse, y que sellaron la pirámide después de salir, “como si jamás hubiera sido profanada“.

 



Algunos podrán creer que el destacado astrónomo pudo haberse dejado llevar por sus propias especulaciones en este caso, pero tanto estudiosos como arqueólogos y esotéricos se han preguntado sobre el propósito del enigmático sarcófago de diorita que ocupa el centro de la Cámara del Rey. 
Todas las partes, tanto conservadores como librepensadores, concuerdan en que jamás se le utilizó como la sepultura de un faraón olvidado, ya fuese Keops o algún otro. ¿Qué objeto pudo haberse colocado, con devoción y reverencia, dentro del sarcófago de diorita? ¿Qué objeto sin nombre merecía ser consagrado de tal modo en los albores de la civilización humana?

La perspectiva de Keel sobre el asunto no es tan benigna. La “octava torre” que sirve de título a su obra es “una especie de cápsula de tiempo electrónica, que sigue funcionando sin sentido ni propósito después de millones de años“, plagándonos con fenómenos parafísicos como los OVNI y seres extraños, y tal vez rigiendo las oleadas de locura que afectan a la humanidad siglo tras siglo.

Si alguien profanó la Gran Pirámide en algún momento de la antigüedad, con pleno conocimiento de lo que se albergaba adentro, y lo extrajo, ¿dónde está ahora? Si el mayor de todos los “objetos fuera de sitio” resulta ser el super computador paranormal plasmado en los escritos de Keel?

El sendero de la especulación nos invita a proseguir: existe la posibilidad de que la misteriosa piedra negra conocida como la Kaaba, venerada en Arabia Saudita hasta el día de hoy por mil millones de musulmanes, sea el objeto en cuestión. 
También podría ser el enigmático cubo de Gurlt, que desapareció de manera oportuna durante la confusión de un bombardeo aéreo. 
El objeto puede estar oculto en cualquier parte del mundo, custodiado por una “hermandad” dedicada a protegerla contra los profanos. 






El mismo Duncan Lunan ofrece la posibilidad de que los seres extraños descritos por el profeta Ezequiel alrededor del 600 a.C. formaban parte de una misión de rescate espacial encargada de recuperar el objeto. 
La verdad del asunto casi seguramente será más extraña que la ficción.





El platino








El platino un antiguo tesoro perdido:
La historia del platino, el llamado “metal nuevo” es mucho más antigua de lo que se cree. 
Los meteoritos contienen platino y el primer meteorito que se conoce se estrelló contra la tierra hace 2 billones de años. 





Puesto que tan raro y seductor tesoro ha aparecido de modo esporádico a lo largo de la historia, también ha desaparecido de improviso y misteriosamente durante siglos, embrujando y encantando a quienes se cruzaron con él. 
Los antiguos egipcios, las civilizaciones Preincaicas y los Conquistadores españoles dieron, todos ellos, con el platino. 






Volvió a aparecer en el s. XVIII para fascinar tanto a reyes como a alquimistas. 
El platino ganó popularidad en los s. XIX y XX y hoy es el metal precioso mas caro y preciado.


Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay



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