EL CUIDADO DE LOS EJEMPLARES
Por regla general, las muestras de minerales no precisan excesivos cuidados. Basta que se evite su manejo con excesiva confianza para que los cristales no se destrocen. Hay que destacar que a veces el más mínimo golpe da lugar a que el aspecto "fresco" de un cristal comience a destruirse de una u otra forma.
EL POLVO
También el polvo acumulado en años perjudica a las muestras, puesto que estas comienzan a tomar un color amarillento que penetra profundamente, siendo prácticamente imposible eliminarlo al cabo del tiempo. Por esta razón es conveniente evitar la exposición de las muestras al aire libre, siendo esta precaución imprescindible cuando se trate de agregados de cristales diminutos, cuya limpieza con agua enjabonada o un pequeño cepillo es imposible.
CAQUEXIA
En algunos casos se produce en los minerales un efecto semejante al que se produce en las hojas, es decir, la caquexia, o, dicho con palabras más llanas, un progresivo amarilleo de los minerales.
Este fenómeno se produce con mayor frecuencia en las muestras que se han tratado con ácidos y no siempre es fácil eliminar esta coloración progresiva; quizá un baño en una solución caliente de ácido oxálico pueda bastar, si bien se deben escurrir minuciosamente las muestras para que no quede la más mínima gota de ácido en ellas.
En otros casos, este tratamiento con ácido oxálico no hace más que empeorar la situación, por lo que aconseja un baño en una solución de hiposulfito sódico, secando inmediatamente la muestra.
Como es lógico, es preciso poner mucha atención para que estos agentes químicos, en especial el ácido oxálico, no ataquen los cristales de la muestra, por lo que se deben excluir taxativamente de este tratamiento los carbonatos y algunos hidróxidos.
La mejor solución es la de hacer una prueba preliminar, utilizando un pequeño fragmento lo más insignificante posible del ejemplar, controlando después muy bien los resultados una vez secados los cristales.
Este control no podrá ser inmediato, puesto que con los cristales es absolutamente imposible notar susceptibles desmoronamientos de las caras.
EL AGUA OXIGENADA
Para ejemplares ya destrozados por el polvo, se puede utilizar un tratamiento con una solución concentrada de agua oxigenada que mejorará en cierta medida, aunque escasa, su estado.
Tal sustancia aclara o blanquea el ejemplar, puesto que el oxígeno al contactar con superficies rugosas elimina las impurezas sin perjudicar lo más mínimo a los cristales.
También en estos casos, siempre es conveniente proceder a una prueba preliminar, teniendo en cuenta que las soluciones concentradas de agua oxigenada (peróxido de hidrógeno) pueden ser peligrosas, puesto que atacan fuertemente a la piel, es decir, a los dedos y a tejidos orgánicos en general.
Consideramos de fundamental importancia la limpieza inicial de los ejemplares que compondrán nuestra colección y en especial de aquellos que hemos recogido personalmente.
De hecho sucede a menudo que con esta operación se puede hacer destacar los aspectos más importantes de la pieza recogida, porque casi siempre, los cristales en los ejemplares recién encontrados no se revelan demasiado bien.
Para el lavado de los minerales, si estos no son solubles en agua, es preciso un tratamiento preliminar con agua y un detergente blando neutro semejante al utilizado para lavar prendas delicadas y que se puede comprar en cualquier droguería.
Si no existe temor de romper los cristales, se pueden utilizar pequeños cepillos o pinceles más o menos delicados.
Para aquellos que dispongan de suficientes reservas económicas están las limpiadoras ultrasónicas, cuyos resultados son evidentemente mejores, sirviendo especialmente para aquellos minerales cuya limpieza parece imposible: los ultrasonidos, de hecho ejercitan una acción mecánica limpiadora incluso en los lugares no perceptibles por la vista humana sin que por ello los cristales, por muy delicados que sean, se vean afectados.
Sin embargo, hay veces que ni siquiera esta limpieza basta. Sucede numerosas veces que es preciso eliminar capas de material calcáreo o incluso parte de la roca para que afloren los cristales sin el menor daño. En tal caso utilizaremos los agentes químicos.
LA LIMPIEZA QUIMICA DE LOS MINERALES
Entre los numerosos sistemas de limpieza química de los minerales es clásica la limpieza con ácido clorhídrico. En estos procesos se debe poner atención no sólo al hecho de que el ácido puede fácilmente atacar también a los minerales que nos interesan, sino también al fenómeno de "amarilleo" que se puede derivar, y al aspecto corrosivo, no siempre atractivo, en que puede acabar. Muchas veces, además, la disolución total de los carbonatos conduce a que muchos cristales se separen completamente de la matriz (lo cual no se considera conveniente), y a menudo, aunque esto no suceda, los cristales destacan más sobre un bello fondo claro; pero si no se tratan con esta técnica se pueden confundir los cristales con un fondo más o menos del mismo color.
MEJORES, LOS REACTIVOS SUAVES
Se aconseja, por tanto, poner mucha atención y el recurso, si es posible, de utilizar reactivos específicos. Por ejemplo, en muchos casos una solución muy caliente de sustancias, como el "Fortalezca", es decir, los reactivos que contienen el ion calcio, utilizado para eliminar las incrustaciones calcáreas, puede incluso hacer "milagros”, puliendo el fragmento sin perjudicar el mineral delicado o sensible a ácidos, como ocurre con las ceolitas, etc.
El hidrosulfito de sodio (ditionito) es fantástico para eliminar gruesas incrustaciones negruzcas o castañas de óxidos de hierro sin dañar demasiado el resto. Para los ejemplares más oxidados es mejor evitar el ácido clorhídrico y utilizar el ácido oxálico, con un poco de ácido sulfúrico en los casos más rebeldes.
MANEJARLOS CON CAUTELA
El ácido oxálido es venenoso, por lo que conviene tenerlo siempre lejos del alcance de los niños que lo pueden ingerir. Pero el ácido sulfúrico, a diferencia del clorhídrico (que no es temible, no obstante, el temor de la mayoría) puede ser verdaderamente peligroso si está concentrado, sobre todo cuando se combina con agua sin poner atención (se desarrolla mucho calor y a veces sale fuera del recipiente).
A este respecto se debe verter poco a poco el ácido en el agua, agitando continuamente El ácido sulfúrico no es peligroso solamente para las personas, sino también para las cosas: de hecho las gotas no removidas durante algún tiempo, de una solución, aunque diluida, acaban por destrozar irreparablemente los tejidos.
No basta lavar, sino que se debe quitar completamente cualquier resto de ácido, si por casualidad éste se pusiese en contacto con vestidos, muebles, libros, etc., lo mejor es lavar con gua y bicarbonato sódico. Aconsejamos utilizar este ácido solamente como último remedio.
EXTREMADAMENTE PELIGROSO
Algunos, por último, amantes de las cosas verdaderamente peligrosas, recurren incluso al ácido fluorhídrico para eliminar la sílice de las muestras; este ácido es el único que la elimina, y para limpiar algunos ejemplares (oro nativo, por ejemplo) del cuarzo no parece que existan otros medios.
Sin embargo, este ácido es tan peligroso que hace desaconsejar totalmente su uso: sus vapores son de.hecho fuertemente tóxicos y si por accidente se pusiera en contacto con la piel (sobre todo debajo de las uñas) se formarían llagas dolorosas, difíciles de curar.
LA ELIMINACIÓN DE SOLUCIONES ÁCIDAS
El ácido sobrante de los tratamientos de limpieza de los ejemplares, para evitar que perjudique las cañerías, debe ser diluido con abundante agua, es decir, eliminarlo lentamente, teniendo abierto continuamente el grifo del agua.
No está de más que procuremos no acumular demasiada solución ácida y, por tanto, eliminarla de poco en poco, cada vez de la forma indicada.
Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay
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