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lunes, 20 de octubre de 2014

DE DONDE VIENEN LOS DIAMANTES FANCY



Es común pensar que el color natural de los diamantes depende de la composición de sus inclusiones, pero las causas de sus diferentes gamas y tonalidades tienen orígenes más diversos e interesantes.



Un diamante químicamente puro y estructuralmente perfecto es incoloro y transparente, no tiene matices ni tonalidad. 







Sin embargo, casi ningún diamante natural es absolutamente perfecto. 
Existen impurezas o defectos en la formación de estas gemas, que hacen que se generen distintos colores.







Los diamantes de máxima pureza están hechos de carbono (C6) puro y son incoloros. Cuando el boro (B5), el elemento justo a la izquierda del carbono en la tabla periódica de los elementos, sustituye algunos de los átomos de carbono, da como resultado diamantes de color azul. 







El azul es un color muy raro y se cree que uno de cada 200 mil diamantes que se encuentran en el mundo tiene algún indicio de un color azul y, por lo general, se trata de un tono muy pálido. 







El máximo exponente de los diamantes azules es el famoso Blue Hope con un peso estimado en 45.52 quilates. 







Del mismo modo, cuando el nitrógeno (N7), el elemento justo a la derecha del carbono en la tabla periódica, se mezcla en la estructura química, se obtiene un diamante de color amarillo. 







Un ejemplo de este tipo es el “Golden Jubilee” de 545,67 quilates que actualmente pertenece al rey de Tailandia. 







En la mayoría de los diamantes amarillos los átomos de nitrógeno se han agrupado de forma muy específica produciendo esta tonalidad. 







Tanto en el caso del boro como el nitrógeno, estas impurezas químicas no tienen un color intrínseco de por sí, sino que su presencia dentro de la estructura de carbono de un diamante induce algunos absorciones en la luz visible, lo que resulta en la coloración del mismo.







Pero las impurezas químicas no son la única causa del color de los diamantes. 
También, efectos de la naturaleza pueden determinar variaciones de color. 







Por ejemplo, los diamantes rosados y rojos se forman cuando las fuerzas tectónicas actúan en el proceso de formación de un diamante, causando tensiones en la estructura del cristal. 







Por otro lado, los diamantes verdes se generan cuando los mismos se exponen a la radiación natural de las rocas que los rodean. La radiación produce defectos, errores en la estructura cristalina produciendo dicha coloración. 







Curiosamente, debido a que el efecto proviene de la roca que lo rodea, el color verde tiende a ser más intenso en la superficie y sólo en algunos casos penetra completamente todo el diamante. 







Los otros colores de diamantes naturales, como el naranja y marrón, son combinaciones de estos diferentes cambios químicos y físicos en la estructura de carbono del diamante.







El color es uno de los factores que afectan a su precio final. 
Dependiendo del tono y la intensidad, un determinado color puede aumentar o disminuir el valor de un diamante. 







Por ejemplo, la mayoría de los diamantes transparentes son más baratos si presentan tonalidades amarillas, mientras que los de tonalidades rosas o azules pueden ser notablemente más caros. 







Los laboratorios gemológicos emiten certificados que determinan el grado de color de los diamantes y para ello utilizan equipos especiales para comparar, en condiciones especiales de iluminación, cada piedra con un juego de referencia.







Si bien existen muchos sistemas de clasificación, el más usado hoy en día es el desarrollado en 1950 por el laboratorio G.I.A. (Instituto Gemológico Americano). 
Muy pocas personas todavía se aferran a otros sistemas de clasificación, puesto que ningún otro tiene tanta claridad y aceptación.







En este sistema, los diamantes son clasificados en lo que se denomina rango normal de colores que va desde la letra D hasta la letra Z. 







A medida que se desplaza de la D a Z en la escala, se indica un creciente nivel de tonos amarillos y/o marrones. D al ser perfectamente incoloro, es el más raro y de mayor valor. 







Los diamantes de mayor transparencia y calidad que suelen encontrarse son los E-F-G- H. 







A partir de la M hasta la Z son considerados de inferior calidad. 







Como los diamantes de colores intensos (naranja, marrón, verde, azul, rosa, etc.) son extremadamente raros, la escala se centra exclusivamente en lo que se conoce como la serie incolora, es decir, diamantes incoloros o con muy ligera coloración amarillo-marrón. 







Si bien las diferencias son muy sutiles e imperceptibles para el ojo inexperto, estas son determinantes del valor de la piedra.



Escala para clasificar diamantes incoloros o levemente coloreados de grado D a Z.

Los diamantes de color natural fuera de este rango se llaman diamantes de fantasía (fancy color). 
Existe un acuerdo general en el comercio internacional que establece que los diamantes que tienen más color que un Z es considerado de fantasía. 







Estos “colores de fantasía”, son menos comunes y su alto precio está relacionado con su escasez y su belleza.
A pesar de que no hay minas que extraigan exclusivamente diamantes de colores, existen diferentes regiones del mundo en donde suelen aparecer más diamantes de un determinado color que en otras. 







Por ejemplo diamantes rosados y rojos tienden a provenir de Australia (en particular, de una mina muy famosa llamada “The Argyle Mine”) y los verdes y amarillos del sur de África. 







Por otra parte, los más notablemente grandes e intensos diamantes azules se han descubierto principalmente en África del Sur y la India. 







En la actualidad, se pueden colorear los diamantes artificialmente para lograr tonalidades azules, verdes, amarillas, rojas o negras. 
Como el nitrógeno es la impureza más común, es fácil cultivar diamantes sintéticos amarillos.







En realidad, es mucho más difícil fabricar artificialmente un diamante incoloro que un diamante de color amarillo, debido a que el nitrógeno está prácticamente en todas partes de nuestra atmósfera. 







Como es lógico suponer, resulta mucho más accesible en el mercado un diamante sintético (fabricado en laboratorio) que uno natural, y si bien la fabricación insume grandes cantidades de energía, hay un costado ecológico que los hace menos dañinos para nuestro planeta. 







Tal vez en un futuro no tan lejano llegue el momento en el que tener un diamante natural esté mal visto por la sociedad, como ha ocurrido con las pieles y cueros exóticos. Mucho se está haciendo para que toda la actividad relacionada a la extracción y comercio de diamantes resulte más digna y transparente. 







Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay

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