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jueves, 12 de julio de 2012

GEMAS PARA ORFEBRERIA -- EL AGATA DE FUEGO



EL AGATA DE FUEGO

Ya hablamos de el Ágata como gema pero voy a dedicarle una materia especifica a esta gema en particular, El Ágata de Fuego.






El ágata no es un mineral específico, sino un conjunto de variedades microcristalinas del cuarzo. En realidad, son variedades de calcedonia que presentan bandas de varios colores poco contrastados. 
La diferencia de colores aparece porque en cada zona la estructura y el número de inclusiones en la calcedonia varía, con lo que cambian sus propiedades.

 




El ágata se encuentra en rocas volcánicas cuyo tamaño puede variar desde milímetros a varios metros. 
Se caracteriza por presentar una serie de bandas concéntricas de colores similares, opacos y translúcidos, que recuerdan el corte de un tronco de árbol en sentido circular. 
Puede adoptar diversas formas y presentarse en muchas variedades. 
Es una piedra dura y resistente a los reactivos químicos. Se emplea también para construir pequeños morteros.


 



Existen algunas variedades, que en realidad son calcedonias con distintas inclusiones, como: ágata dendrítica, ágata musgosa o piedra mocha, ágata de paisaje, ónix, ágata de fuego, sardónix, ónix negro. Reciben estos nombres por los colores y dibujos que forman sus bandas.

Los yacimientos más importantes de ágatas se encuentran en Brasil, Uruguay, Argentina, India y Madagascar.


 



El magma es expulsado desde el interior de la Tierra hasta la superficie por medio de los volcanes. 
Este, al tomar contacto con el aire combina sus elementos químicos, pasando a denominarse lava. 
Esta, sobre la superficie de la tierra genera calor y su superficie se enfría más rapidemante que su interior. En su interior presenta burbujas de gas. 
Con el paulatino enfriamiento de la lava, los distintos gases presentes en las burbujas se van enfriando y combinando hasta enfriarse totalmente y formarse las piedras. 
Si la burbuja presenta poco volumen de gases se formará una ágata de lo contrario se producirá un amatista.


 



El ágata se forma en las cavidades de las rocas volcánicas, por donde se filtran y depositan por capas las soluciones calientes ricas en sílice. 
Las variaciones en la solución o en las condiciones en que se deposita son las que provocan las variaciones en las sucesivas capas (con lo que a veces la calcedonia alterna con el cuarzo cristalino).

La primera capa que se deposita suele ser una sustancia grisácea oscura, que proviene de la descomposición de ciertos minerales presentes en la roca en la que se va a formar el ágata. 
Además, cuando el ágata se desprende de su matriz, esta capa queda rugosa y basta. 
Todo esto le da a este mineral un aspecto exterior de pedrusco “feo”.

 



Muchas ágatas son huecas, ya que a menudo no se deposita la cantidad suficiente de solución silícea como para llenar toda la cavidad. 
En estos casos, la última deposición suele ser cuarzo o amatista, y se produce de forma tal que los cristales apuntan al interior del hueco. Se dice entonces que se ha formado una geoda.

Cuando la roca que la contiene se desintegra, el ágata, que es extremadamente resistente a la erosión,
permanece como gravilla en la tierra o en las orillas de los ríos.

El nombre "ágata" proviene del río Achates, actualmente río Dirillo, al sur de Sicilia, en Italia, donde se dice que se encontró la primera de estas piedras.

 



El ágata fue muy venerada por los antiguos y se le consideraba como la piedra de la ciencia. 
Se creía que el ágata de la India era el mejor remedio para las enfermedades de los ojos, y que el ágata egipcia era muy efectiva contra las mordeduras de arañas y picaduras de escorpiones.

Las ágatas de Aleppo, en Arabia, recibieron el nombre de “ágatas de ojo”, debido a que parecían pupilas rodeadas del iris. 
Eran muy estimadas y se usaban como ojos en las imágenes de los dioses. 
También se han encontrado en las cuencas oculares de las momias del viejo Egipto.

 



En el Islam las ágatas también son piedras muy preciadas. Según la tradición, un anillo de ágata, por ejemplo, protege a su portador de ciertos percances y le garantiza la longevidad, entre otros beneficios.

A menudo, para comercializarlas, las ágatas se tiñen para resaltar el dibujo que forman sus bandas. 
De esta manera, se obtienen colores mucho más vivos.






El ágata de fuego es un cuarzo café microcristalino (calcedonia) que tiene una forma de crecimiento botroidal (parecido a una uva) y que contiene capas de placas de cristales de óxido de hierro (limonita) en varios planos dentro de ella. 

Los colores rojo, dorado verde y en raramente azul violeta iridiscentes son el resultado de la interferencia entre los rayos de luz difractados que viajan a través de estas delgadas capas (vemos el mismo efecto cuando miramos los colores de arcoiris en la superficie de un charco de agua oleosa; o en el oriente creado por las capas de nácar en la superficie de la perla). 





Normalmente, los bolsillos de ágata de fuego ocurren en especímenes de calcedonia sin color, blancos o gris claro

El ágata de fuego solo se encuentra en el Suroeste de Estados Unidos y México y no fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial que se empezó a comercializar. 

Esto, aunado al hecho de que es uno de los materiales opacos más difíciles de cortar de manera apropiada, hace que sea escaso y que sea desconocido por el público en general.


 



Para revelar de un mejor modo los colores, las capas superiores de calcedonia deben ser removidas cuidadosamente de la capa botroidal, creando una forma libre con una superficie tallada. 
Si se llega a remover un poco más de material la iridiscencia desaparece y en caso de no remover lo suficiente se mantendrá mate. 
Este tratamiento minucioso requiere invertir más tiempo por pieza lo cual incrementa el costo. 
Este tipo de trabajo también acarrea una falta de piezas calibradas, lo que ha impedido su uso de forma masiva en artículos de joyería.





Las ágatas de fuego de buena calidad presentan colores tan impresionantes como un buen ópalo negro, pero mucho menos costosas. Además, el ágata de fuego es tan dura y durable como cualquier cuarzo, lo que la hace estupenda para usos de joyería, incluyendo anillos.
Las piezas más deseables muestran su color sobre toda la superficie sin puntos muertos. 
El color más cotizado es el rojo, pero también son buscadas algunas piezas de color azul- lavanda. 
El patrón de los colores también representa un factor a valorar. 





Similar a lo que sucede con el ópalo, los colores pueden ser pequeños puntos "puntos de fuego", grandes manchas "arlequín" o, raramente, tener un patrón distintivo como círculos o rayas. 
Las piezas bien cortadas, talladas y pulidas con una forma libre son más valoradas que aquellas con forma de corona o de cabujón.




Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay

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