Se suele decir que la Naturaleza contiene todos los colores posibles.
Y puede que sea verdad, no hay más que ver la inagotable variedad de matices que podemos encontrar en las piedras preciosas: el azul del zafiro, el verde de la esmeralda o el rojo del rubí son tonos casi imposibles de imitar.
Pero el mundo de la joyería, en constante reinvención, demanda aún más posibilidades cromáticas que, por fin, han encontrado su respuesta: el esmalte.
De ser simplemente un vehículo para imprimir color a ciertas zonas de las joyas, el esmalte y el lacado se han convertido en técnicas en sí mismas, alcanzando cotas casi pictóricas.
Así, las joyas se vuelven contenedores diminutos de color en los que la pintura y las piedras preciosas combinan en armonía su colorido con las formas más caprichosas, sobre todo las orgánicas, que son las que mejor se ajustan a este estallido cromático.
No hay más que ver las delicadas ilustraciones que la diseñadora Raquel Moreno plasma en sus piezas, herederas de la mejor escuela de pintura de miniaturas; los sutiles trabajos de las joyas de principio de siglo de Cartier o la locura expresionista desatada por Victoire de Castellane en sus creaciones más extravagantes para Dior Joaillerie.
Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay
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