Desde Afganistán hasta el Pueblo Zuni, la gente de todo el mundo ha reverenciado a la turquesa como piedra de buena suerte durante siglos.
Azul como el cielo de verano o el huevo del petirrojo, esta suave piedra ha inspirado muchas asociaciones místicas.
Los antiguos persas tenían un dicho: para escapar del mal y alcanzar la buena fortuna, uno debe ver el reflejo de la Luna Nueva, ya sea en la cara de un amigo, una copia del Corán o una turquesa.
Según la tradición la turquesa predice el peligro.
Algunos creen que las piedras turquesas pueden advertir a sus dueños rompiéndose, como supuestamente hacen las malaquitas . Los cambios de color presumiblemente advierten de una enfermedad inminente.
También como la malaquita, la turquesa puede supuestamente proteger de las caídas, sobre todo a caballo.
Colocar esta gema a la brida de un caballo puede proteger al animal, también.
El uso de turquesa como un amuleto de caballo parece ser una antigua práctica mágica.
Según Bernal Díaz del Castillo, un conquistador e historiador español, los aztecas de México valoraban el chalchihuitl, o turquesa, más que los españoles valoraban el oro y la esmeralda.
Un relato cuenta cómo el conquistador Pedro de Alvarado y el emperador Montezuma jugaron juegos de azar.
Alvarado recibiría oro si ganaba pero pagaría con turquesas si perdía.
Los aztecas dijeron que el dios Quetzalcoatl les enseñó el arte de cortar y pulir la turquesa.
Sus jefes llevaban cadenas de perlas de turquesas como una marca de distinción.
En el templo de la diosa Matlalcueye, los aztecas hicieron ofrendas de esta piedra. Cuando enterraron a personas importantes, colocaron fragmentos de turquesa en sus bocas.
Los aztecas y otras culturas mesoamericanas crearon mosaicos de turquesa, granate y concha.
También hicieron máscaras de madera y turquesa.
Este arte todavía se practicaba en Guatemala hasta el año 1892.
En 1539, fray Marcos De Nica viajó a Nuevo México y señaló que:
La gente tiene esmeraldas y otras joyas, aunque no aprecian nada más que turquesas, con las que adornan la pared de los pórticos de sus casas, vestidos y vasijas, y los usan en lugar de dinero en todo el país.
Los Apaches tallaron amuletos, perlas, colgantes y fetiches de este material.
Si los chamanes Apaches no poseían esta piedra, no recibirían el reconocimiento apropiado de sus tribus.
Una creencia popular conectó turquesas y arco iris.
Si pudieras encontrar el final de un arco iris después de una tormenta, el buscar en la tierra húmeda produciría una turquesa.
El Navajo usó polvo de turquesa y coral para hacer mandalas de arena sagrada para convocar lluvia.
En Pueblo de Los Muertos, Nuevo México, se encontró una concha de mar recubierta con tono e inserción de turquesas y granates. Tenía la forma de un sapo, un emblema sagrado para los Zuni.
Si se utiliza como un amuleto decorativo o protector, un protector del caballo o un colgante para la lluvia, la turquesa ha sido codiciada por la gente por todas partes.
La piedra azul con la alegría del cielo soleado siempre ha sido un símbolo de esperanza.
Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay
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