En términos generales, todos los creadores de joyería tendemos a hablar de nosotros mismos.
Las joyas que diseñamos, los materiales y las técnicas que utilizamos, nuestro taller, nuestra trayectoria, nuestros logros.
El problema se presenta cuando nada de esto nos ayuda a conectar con nuestro cliente objetivo porque, tengo que decirlo, a nuestro cliente no le importamos ni nosotros, ni nuestras joyas.
Lo único que le importa al cliente, créeme, es cómo tu propuesta de valor puede hacer su vida maravillosa.
Lo que le importa es en qué medida tus joyas le ayudan a convertir sus sueños en realidad, a alcanzar sus deseos, a convertirse en la persona que realmente quiere llegar a ser.
Esto ocurre con todos los productos y servicios, como consumidores siempre invertimos nuestro dinero en algo que tiene un sentido para nosotros, un significado.
“Hay que darle un nuevo discurso a la joyería para que vuelva a ser atractiva”.
Cada joya va a tener que contar una historia poderosa para conectar con el consumidor al que va dirigida, una historia que la dote de sentido, que la convierta en algo irresistible porque tiene la capacidad de transformar su vida.
Las joyas que no lo logren estarán condenadas al olvido, sin más.
El mercado joyero se está polarizando.
Por una parte la gama alta con marcas y grupos muy potentes, luego la gama media, con productos de marca económica y después el producto de autor o de fabricación artesanal.
Vamos a orbitar en el futuro en torno a esas tres tendencias.
La gama media es la que más está sufriendo porque no tiene marca propia, no trabaja con economía de escala, al final es un reflejo de la sociedad”.
Marcas sólidas que construyan significados, que doten a productos y servicios de una poderosa carga simbólica.
Marcas que generen preferencia de compra y justifiquen precios premium, marcas que fidelicen y nos conviertan en la primera opción cuando nuestro cliente objetivo desee vivir una experiencia determinada.
Tenemos muy claro que una marca bien construida es la brújula de cualquier organización y esto es también aplicable a las micro-empresas, esto es, a los emprendedores que, contra viento y marea, luchan por ir más allá de las expectativas de sus clientes con su buen hacer.
Todas las marcas articulan historias.
Historias que les dan sentido y las posicionan en la mente de sus consumidores, de sus trabajadores y de cualquier otro grupo de interés para el que sean relevantes.
Como he dicho un poco más arriba, debemos dotar a nuestras joyas de historias que las conviertan en la primera elección en la mente de nuestros consumidores, historias capaces de lograr que la adquisición de esa joya se imponga a la de un crucero, una cata de vinos o un dispositivo tecnológico de última generación.
Fernando Gatto
Kaia Joyas Uruguay
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